Número VII

V/MMXXIV - Precariedad y Vulnerabilidad 

Sobre precariedad y vulnerabilidad hemos estado dialogando. Hemos expuesto las heridas que nos hacemos entre nosotr_s, los silencios que sostenemos durante años, tragándonos el orgullo y la voz crítica. ¿Qué nos sucede cuando callamos frente a la injusticia? ¿Cómo nos sentimos cuando nos hallamos constantemente deseando lo que no necesitamos? Cuando nos topamos frente la inopia de un deseo cumplido, la angustia que nos carcome por no tener trabajo y la misma cuando lo tenemos... Los días pasan y seguimos guardando ese secreto, ese dolor constitutivo del mundo, esos pocos señuelos que mantenemos vivos con tal de despistar la mirada ajena donde es difícil encontrar amig_s. Donde los sentimientos conviene cribarlos, atentar contra ellos por la imposición forzada de una utopía aplastante que se alimenta de nuestra energía, de nuestra sangre, de nuestro tiempo. ¿Dónde quedan l_s que se quieren bajar del barco? ¿L_s que no encajan y no quieren hacerlo? ¿Los que ni siquiera entienden dónde han de encajar porque ya sienten en otro lugar? Nadie tiene un lugar en el mundo más que aquel que va poco a poco creando con los materiales universales en los que nos zambullimos al nacer. Construimos mundos que su mera existencia pone en jaque al Mundo devorador de mundos. Hay distancias insalvables que sostenidas en el tiempo hacen imposible la reconciliación. Se hablan otras lenguas, se sienten cosas distintas, se apunta a presenten menos futurológicos. 


En este número contamos nuevamente con la participación de alumn_s de la facultad de Filosofía de la Universitat de Barcelona, cuyos temas versan sobre pedagogía, dolor, subjetividad neoliberal, depresión y tristeza existencial, todos apuntando hacia un foco común constitutivo de un sujeto político que habla, se pronuncia, desde una rubrica ingobernable. También contamos Luis G. Mérida quien nos propone una visión renovada y crítica de la pedagogía desde sus lecturas de Gilbert Simondon y Stiegler. En el apartado de entrevistas, hemos podido contar con Rodrigo Martinez y Victo Díez de "La viz y el martillo" quienes nos hablan de la vida del artista musical. Asimismo, hemos podido entrevistar a Clara Navarro Ruiz sobre el Grupo Krisis, el trabajo asalariado y su libro "El capitalismo de hoy, la incertidumbre de mañana". 


Para finalizar, vuelve Dialogando Entre Escritos en el que nos zambullimos en el escrito de "Tímidos Radicales" de Hamja Ahsan, donde repasaremos algunas de las muchas tesis que propone esta cartografía de guerrilla en plena dictadura de los Extrovertidos Supremacistas. 

PRE-TEXTO / PRECARIEDAD Y VULNERABILIDAD

«¿Qué te pasa?», «¿Por qué te lo guardas?». Sensibilidad y salario no pueden separarse. Es hora de desterrar la figura del tipo duro que no llora y escuchar las gaitas que se aglutinan en torno a la mina. Cubrir la herida a ojos de los demás también implica silenciar su escucha. Pero la cosa no se queda ahí, en tímidos y fragmentarios dejes en una conversación, ojos cristalinos mirando por la ventana del autobús, melancolía, nostalgia o, sobretodo, impotencia. Algo late, y aunque parezca imposible, llegará un día en el que sea simplemente difícil seguir respirando. Grabamos y compartimos todo ¿somos conscientes de que en todo momento podemos irnos?

La temática de estos meses girará en torno a los significantes Precariedad y Vulnerabilidad. Este pre-texto es un llamamiento. Busca el resto tras aquellxs que hayan decidido prender fuego al encorsetamiento de la voz para partir de lo que hay: una cartografía oculta, ensombrecida por el fantoche superyoico que nos hemos creado con tal de sobrevivir. ¿Es acaso vivir infravalorarse por un Ideal del Yo fabricado? La amenaza del ostracismo cargada con aporofobia, abyección y muerte constituye la cara más cruenta del deber que se oculta tras la fascinación de imaginarias salvaciones. Así los románticos, desde Baudelaire a Silvia Plath, postergan una vez más su venganza y quedan prendados de tropos cerrados como “es lo que es”, “es lo que hay”, “o lo uno o lo otro”, y donde la especulación prolifera y la apuesta queda expurgada de muerte por su carácter simulado. La decisión pierde su consistencia como límite porque podemos escogerlo todo, incluso si ello acaba con nosotros. Caídas incel, objetualizaciones y tensiones pesadas, concatenaciones reforzadas, encabalgamientos rabiosamente tristes, seducciones fascistoides… De la fobia solo nacen imperios.

Llamamos a las heridas, a las veces que nos hemos escondido en el se de las cosas, a la revelación tras el trauma. Llorar, lloramos juntos. También luchamos. Llamamos a las historias que pueden ser Historias, a las personas que no persiguen la identidad porque se reconocen en un océano pantanoso de misterios y dolores, de agresiones sexuales y contratos finalizados. Nuestra voz suena igual en el centro que en la periferia, tanto en casa como en la oficina. Si ellos juegan a difuminar nuestras fronteras, nosotros llamamos al grito. Anónimxs, nombres de pila o con sus apellidos, los textos que recibamos estos meses darán cuenta de los efectos de las estructuras, los residuos de los días que pasan, de esas trazas que vamos dejando a medida que seguimos troceando nuestro tiempo y nuestros cuerpos por máquinas productivas que no queremos. Ya se vislumbre la posibilidad de un corte y el encuentro experiencial con otra cosa o no, abrimos este espacio para dialogar en las sombras. Ante tanto iluminismo y perversiones contemporáneas de nuevos movimientos Ilustrados, el oscurantismo, donde guardaba Henry Ford el saber que provocaría una revolución proletaria, donde descubrimos que nunca hemos amado, donde reconocemos la sombra junguiana que resta por abrazar y encarnar, donde os esperamos y nos miramos a la cara sintiendo el peso gravitacional de una mirada y el entretejido espontáneo de un encuentro… Allí, más acá del simulacro, en los márgenes, nos leemos recuperando el ímpetu moderno tras descubrir la farsa tras la tragedia de haber matado a Dios.

Escribimos raro; no porque estemos hartos del sentido común y la razón de razones, sino porque el mismo acto locutor siempre está enrarecido. La voz es ese monstruo que habita en la herida que portaremos hasta perecer. «¿Hasta cuándo seguiremos dejando de lado lo que somos por lo que deberíamos ser?». Aquí no pasamos de largo de lo que sentimos. Recuperemos la vida sustraída del campo eterno y partamos desde la muerte que llevamos encima. Invoquemos valentía prometeica recuperando la llama de nuestra existencia y soñemos dónde la queremos ver. El ágalma, el enigma, la seducción, demanda otras formas de escucha. Tal vez el monstruo no seamos más que nosotros entregados a una razón que no entiende de relaciones, implicaciones y dependencias.

Lejos del deber kantiano, reivindicamos el sudor de nuestros cuerpos, el hambre de nuestros estómagos y las manchas de nuestras manos. La ansiedad como punto de partida, como lugar de enviste. ¿Hasta cuándo «vivir para siempre» si no recordamos lo que era la vida?