Uwe-Karsten Heye - Los Benjamin. Una familia alemana[1] por José Carlos Ibarra Cuchillo

Hoy en día existe una ligazón casi indisoluble entre las palabras Benjamin y Walter. No hay Benjamin sin Walter. Y es que Walter Benjamin ha alcanzado, si no el aquilatado estatuto que le reservaba con esperanza su hermana Dora, sí al menos un reconocimiento que actualmente atraviesa todo el globo y hace de su nombre un emblema filosófico. Sus tesis sobre la historia y la obra de arte constituyen un lugar común en los estudios académicos de cualquier facultad moderna de filosofía. Además, de un tiempo a esta parte las biografías, documentales y estudios sobre su obra han aumentado en un número considerable. ¿El motivo? Que su muerte y no pocos aspectos de su biografía y obra todavía callan bajo un extenso velo de misterio.

Pero Walter no es una calle de sentido único. A su lado tiene a sus hermanos Georg y Dora, cuyas figuras se propone rehabilitar el autor de este libro: Uwe-Karsten Heye. Lo primero que salta a la vista transitando sus páginas es que hemos estado equivocados creyendo que podíamos entender a un Walter disociado de sus hermanos. El misterio no se llama Walter Benjamin, sino Los Benjamin. Esta creencia obedece, según creemos, a que Walter apenas si menciona en sus páginas, seguramente por falta de tiempo, a sus hermanos. Pero la investigación que hace Uwe-Karsten viene a meter la pezuña aquí, sentando unas bases documentales que a partir de él ya no podemos eludir si queremos abordar con honestidad el devenir biográfico e intelectual de Walter Benjamin.

 Si bien es cierto que los capítulos que el autor dedica en exclusiva a Walter ocupan unas 27 páginas, en todas las demás seguimos escuchando sus ecos. Lo mismo puede decirse de las páginas dedicadas a su hermana Dora, a su hermano Georg o a su cuñada Hilde. Cada uno constituye un peldaño representativo de la historia alemana de finales del XIX y principios del XX. Cuando Walter reflexiona sobre el futuro apoyándose en la visión del Angelus Novus de Klee, no podemos dejar de ver ahí la metáfora del sufrimiento insoportable que tuvo que padecer su hermano Georg, asesinado en el campo de concentración de Mauthausen. Y cuando pasamos por las páginas dedicadas a Hilde, esposa de Georg y ministra de la alemania oriental, y vemos que pasó su vida persiguiendo a los perpetradores de la barbarie nazi, no podemos dejar de pensar en las penalidades por las que tuvo que pasar Dora cuando arriesgaba su vida intentando traspasar la frontera hacia Suiza. Es una aventura coral.

 Benjamin, Georg, Hilda y Dora son, pues, también los nombres de quienes no son mencionados. Son un pasaje obligado en la historia de Alemania. Un puente por el que transitamos y desde el que contemplamos quizá una de las épocas de Europa más fructíferas para el intelecto y no obstante más terribles para el espíritu. En Dora encontramos un espíritu bueno y brillante que jamás dejó de luchar por los niños que la brutalidad de la guerra había degradado al rango de huérfanos. En Hilde vemos el ansia desesperada de repudiar, mediante el juicio y la acusación, todo aquello que constituyó una base para la agresión nazi. De Georg, por su parte, repararemos en que encarna el ideal de comunista que sigue a rajatabla todo lo que el Partido presenta y cuya obediencia llevará, como a tantos muchos por aquella época, a los campos de concentración.

Es un libro que en ocasiones llega a cortar el resuello, como cuando nos presenta a un niño Walter Benjamin que recrea en su imaginación, en un acto de amor puro e ingenuo, la imagen sobredimensionada de una madre ausente, y que queda contrastada con el espeluznante capítulo intitulado El último vivac antes de Portbou, donde con gélida mano se especula con los que fueron probablemente las últimas horas de vida del filósofo alemán. Destaca especialmente este capítulo por el modo que tiene Uwe-Karsten de preguntarse cuáles pudieron haber sido los pensamientos que ocupasen la mente de Benjamin mientras la más absoluta oscuridad, el frío y la soledad atenazaban su cuerpo. Uno no puede evitar preguntarse junto con el autor si todo aquello tuvo alguna especie de sentido, si el mismo Walter pudo aventurar en alguna de aquellas inspiradas fantasías que le empujaban a escribir, lo que vendría con el absurdo nazi.

Pero la mayor virtud del libro radica en no quedarse ahí. Antes bien, la narración se prolonga hasta casi nuestro siglo, y tras la muerte de Walter seguimos encontrándonos con la enconada batalla que hasta su muerte libró su cuñada, Hilde, contra todo nazi que podía ser llevado al estrado, y con abundantes e interesantísimos detalles acerca de la implicación que tuvo sobre las vidas de todos los alemanes de la posguerra la forzosa división territorial que se dio entre la RDA y la República Federal Alemana, siendo esta última, quizá, la que más ampollas levante durante la lectura debido a su patente rechazo a abrir procesos contra los miembros nazis que conservaron su trabajo dentro del sistema federal. El lector descubrirá aquí la historia no contada y, por lo mismo, llena de descubrimientos, de una familia de genios marcada por el dolor de la pérdida pero sorprendentemente capaz de resistir con acierto y tenacidad los embates de la época más oscura de la humanidad.



[1] Heye, Uwe-Karsten (2020) Los Benjamin. Una familia alemana. Madrid: Ed. Trotta.