Colorín colorado
Demasiados estímulos estos últimos días para hilar un artículo capaz de conectar todo lo que ocurre. Eso, o simplemente cada vez es más difícil encontrar una trufa en este campo de marranos donde no se dice nada.
El cambio climático, excepto para Espinosa de los Monteros, va a exigir un decrecimiento de las economías occidentales. El inglés es un idioma que se puede hablar o no hablar en España. El verde es un color que, pese a su creciente protagonismo en la política institucional, cada vez cuesta más verlo en el entorno natural. Lo verde desaparece y es cubierto de un marrón amarillento que, supongo que para alguien será bueno, prende más rápido.
Científicos hablan de que, si pintásemos el 2% de la tierra del nuevo blanco que se ha descubierto en alguno de los laboratorios de alguna de las universidades norteamericanas, seríamos capaces de bajar la temperatura terrestre. Esos científicos llevan a cabo la tan popular estrategia de la patada hacia adelante, en un riguroso ejercicio capitalista donde las contradicciones entre contracción y expansión del capital se llevan a la siguiente crisis económica. ¡Pintar la Tierra de blanco! Solucionado.
Unas de las cosas que se le contestó en ingles al periodista japonés que preguntó a Vox sobre el cambio climático era que ellos sabían que estaba ocurriendo, pero que no creían en que la respuesta tuviese que ser a coste de dejar de crecer económicamente. Me gustaría saber en qué momento se aceptó que el crecimiento económico era el fin último de toda sociedad. En ADE no se crean lideres económicos mundiales o nuevos agentes de imprescindibles en el ecosistema monetario. Se crea una ideología que atraviesa al estudiante para atrapar todo lo que toca. Todo lo que puede ser rentable, ha de ser rentable.
Pintar de blanco los edificios es sinónimo de crecer económicamente, pero de crecer mejor. Como si, de alguna manera, hubiera una posibilidad de crecer bien. Lo que se muestra con ese ejercicio científico-político es el cinismo por el cual lo menos importante es la habitalidad de los espacios o, al menos, no tanto como la utilidad de los mismos. Un edificio blanco sigue siendo un edifico. ¿Un bosque pintado de blanco es un bosque? Recordemos que para el centro de Madrid se prefieren lonas de plástico que cubran las calles a árboles que las refresquen. Las aceras, aun ardiendo, tienen que estar libres para que el ritmo de consumo no se vea entorpecido con una fila de troncos que no sabe apartarse a tiempo cuando vienen los turistas a gastar dinero.
¿Qué es el cambio climático? Aquello que lejos de tu piscina privada, tu aire acondicionado y todos los sustitutos de un entorno natural no puede esconder. El hormigón no puede arder en un incendio sin bomberos y además no empeora la alergia de sus inquilinos. En realidad, estoy seguro que un enorme edificio gigante de hormigón blanco y pintado de blanco, pueda suponer un paso enorme para luchar contra el cambio climático y que, además, suponga muchísimo más confortable que un entramado de ramas, raíces, troncos y hojas donde cualquiera de nosotros no podría sobrevivir ni una semana. No nos engañemos de aquellos niños que sobrevivieron en el Amazonas hace poco más de un mes, no nos queda nada. Y eso a Espinosa de los Monteros se la pone dura.
Manuel Pérez Alcázar, 16/07/23