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Entrada 2077
«Tumbado en mi cama. Inhalo y exhalo realismo capitalista. Pulmones de alquitrán. Cabeza de estadista. Espíritu emprendedor. Esclavo de una economía libidinal impostada. Metafísica ciber-biopolítica atesora mis recuerdos producidos. Me siento software refugiado de un entorno plagado de exploits y malware. ¿Cuánto tiempo aguantaré este flujo? ¿Cuánto tiempo aguantaremos esta utopía?»
Mark Fisher, teórico y filósofo, nos acompañará en este sexto volumen de Metaxis. No sólo sus escritos como el ya clásico Realismo Capitalista, el ensayo autobiográfico Fantasmas de mi vida o la infinidad de entradas en su prolífico blog K-Punk han servido de inspiración a muchos jóvenes y aliento para una izquierda que ha olvidado el legado beligerante de la Escuela de Frankfurt, sino su figura como profesor y conferenciante. El espíritu ominoso que Matt Colquhoun atrapó del triste oleaje en Egreso como "la función Fisher" movilizó las enquistadas conciencias nihilizadas de estudiantes universitarios, académicos y obreros ante el hurto diario de su futuro. Aquella pregunta socialista por una sociedad post-capitalista será retomada por Fisher para recuperar la potencia del deseo que quedó atorado en circuitos de hiperconsumo, espectáculo y Sklavenmoral. Ante esa impotencia reflexiva, pasividad intersubjetiva y demás obstáculos productivos y neutralizantes del deseo se plantean puntos de fuga, salidas de emergencia, puertas de escape mediante los cuales no solo combatir al vampiro del castillo y La Cosa sino acabar con ese parón indefinido que es la depresión y el suicidio. El comunismo ácido buscaba, en su proyectiva utopía cultural y política, acabar con esta desazón espiritual a la que el ensueño ilustrado del individuo moderno, cada vez más atomizado y culpable, había llevado, focalizándose en algo muy sencillo: solidaridad, cooperación, colaboración e igualdad. ¿Acaso no os suenan extrañas estas palabras? ¿Será que apuntan a un lugar al que hemos estado acostumbrados a tomar como imposible?
Escribiremos contra esta atmósfera plagada de extrañezas oníricas, atractores artificiales y demás Videodromes para rajar, desde el reverso putrefacto y violento del Mago de Oz, el corazón de las tinieblas. Habita en nosotros ese deseo aniquilador, aunque rehusemos de su potencia. No nos creemos que pueda traer nada bueno dadas las malas noticias. Tampoco creemos en la vieja canción de lo nuevo, que trae lo mismo de siempre. Se trata más bien de regresar a un plano imperceptible para lo político. En resonancia con Fisher, y al igual que Tiqqun y Agamben, creemos que algo parecido a la revolución será posible cuando dejemos de llamarla a gritos.